25-03-2017. UN RINCÓN CON AROMAS ITALIANIZANTES
Los recorridos turísticos por las calles de las ciudades suelen tener como objetivo fundamental la contemplación de las fachadas de los edificios notables que en ellas se encuentran. A veces, si hay oportunidad, puede entrarse en alguna iglesia, cosa difícil en Cuenca, porque casi todas están cerradas, pero aún es más difícil en el caso de edificaciones particulares, salvo que se trate de algún museo. Aquí no existe la costumbre, tan agradable en las ciudades y pueblos andaluces, de tener abiertas las puertas para que los paseantes puedan disfrutar de la belleza refrescante de los hermosos patios domésticos, generosamente cubiertos de macetas con un rumoroso pilón de agua en el centro. Paseando por las calles de Cuenca encontramos las casas rigurosamente cerradas, algo que también es positivo porque nos permite admirar la valiosa colección de portalones clásicos que cierran muchas de ellas. Vaya una cosa por la otra. Pero sí hay un punto al que es posible acceder, con