09 06 2018 LA VANA ESPERANZA DE TENER UN MINISTRO AMIGO
“Cuenca ya tiene ministro y las capitales que lograron tanta bienaventuranza se engrandecieron en cuatro días”, escribía un alborozado periódico conquense en el otoño de 1919, al proclamar a los cuatro vientos el nombramiento de Fernando Sartorius, conde de San Luis, diputado por Huete, como nuevo ministro de Abastecimientos. El jolgorio se multiplicó por todas partes, especialmente por la ciudad optense, donde se lanzaron al aire tracas y fuegos artificiales en cantidad nunca vista y a la que, un mes más tarde, acudió el flamante miembro del gabinete para ser recibido triunfalmentea los sones de la Banda de Música del maestro Cabañas. Abreviaré el relato: el ministerio le duró al conde dos meses, hasta diciembre. Como era costumbre en la época, los gobiernos iban y venían con una facilidad pasmosa y sin necesidad de mociones de censura. Y Cuenca, desde luego, no se había engrandecido ni tampoco, para ser justos, se empobreció más de lo que ya es